¿Porqué elegir la terapia psicológica?
La psicoterapia se puede realizar para tratar una amplia gama de temáticas. Estas pueden ir desde desarrollo personal a dificultades cotidianas, y en otros casos se abordan temas más complejos como trastornos en salud mental. En otras palabras, no es necesario sufrir un desorden psiquiátrico o psicológico para acudir al psicólogo; de hecho, la mayor parte de las veces no es así. Muy frecuentemente, se trata de personas que no pueden o no saben gestionar determinadas situaciones de su vida diaria por lo que necesitan desahogarse o cierta orientación sobre qué caminos tomar. Sí ten en cuenta que un psicólogo no te dirá qué hacer, pero sí te ayudará a buscar distintas opciones.
A continuación te contaremos distintas temáticas que pueden aparecer en un espacio terapéutico:
- Desarrollo personal: se puede fomentar en la persona sus potencialidades o fortalezas y alcanzar sus objetivos, deseos y anhelos personales, movidos por un interés de superación, así como por la necesidad de dar un sentido a su propia vida, así como también se puede trabajar las limitancias u obstáculos que pueda presentar interna o externamente el paciente.
- Problemas personales: como por ejemplo indecisión, inseguridad frente a algo, problemas en el trabajo, insatisfacción, dificultad para hacer cambios o tomar decisiones. Muchas veces, las consultas se deben a una situación puntual que está viviendo el paciente y no sabe cómo gestionar.
- Mejorar habilidades sociales: como por ejemplo la relación con amigos o compañeros del trabajo. Muchas personas encuentran dificultades a la hora de relacionarse con los demás; en la terapia, aprenden a mejorar y desarrollar estas habilidades, a plantear de manera abierta y clara lo que piensan o sienten, mejoran su comunicación con otros, aprenden a resolver conflictos, poner límites, se trabaja la agresividad relacional si es que existe, etc.
- Temáticas de pareja o de tipo familiar: Todas las personas vivimos en algún momento dificultades con nuestro entorno más cercano. Aquí, el objetivo de la terapia es conseguir restaurar la armonía en la pareja o la familia, crecer juntos, aprender a comunicarse, y ver qué opciones son las más adecuadas para la situación vivida.
- Dificultades en la crianza de los hijos: ya sean niños, jóvenes o adolescentes. Se trata de situaciones comunes en muchas familias, ya que la maduración de los niños no siempre es fácil. La intervención en estos casos suele producirse tanto sobre los hijos como sobre los padres.
- Desórdenes emocionales: como por ejemplo en los casos de baja autoestima, depresión, ansiedad, miedos, ira, etc. Este tipo de situaciones puede ser complejo de tratar según cada caso, y afectan significativamente a la calidad de vida del paciente.
- Trastornos en salud mental: como serían por ejemplo los trastornos de personalidad, trastornos disociativos, trastornos del estado de ánimo, desórdenes de la alimentación, etc. Estos suelen ser los más complejos de tratar, y su gravedad sobre la salud del paciente es muy importante de considerar.
Junto a lo descrito es importante mencionar que a todos nos afecta de maneras diferentes una misma situación; algunas personas pueden ser más propensas a la ansiedad, al estrés o al miedo que otras. Por lo tanto, en cada situación concreta y para cada individuo, el momento de buscar esa ayuda puede ser distinto.
Muchas veces, no es evidente que necesitamos esa ayuda o nos cuesta reconocer que necesitamos apoyo de un especialista, tenemos el prejuicio de que si no podemos solos es porque somos débiles o no somos capaces de salir adelante, la verdad es que por nuestra experiencia podríamos decir que es al revés. Una persona que acepta ayuda es una persona que es valiente, ya que enfrenta sus problemas y que busca resolverlos de una vez por todas. El que evade lo que le ocurre o le baja el perfil puede provocar que el problema vaya creciendo; llevando a que tanto la persona como la situación vayan deteriorándose y afectándose gravemente.
Otro ejemplo que solemos poner a nuestros pacientes en consulta es ilustrativo. Siempre decimos que, cuando nuestro coche empieza a hacer un ruido raro, lo llevamos rápidamente al taller; de no ser así, la posible avería se agravará, y cada vez será más difícil y más caro repararla. Curiosamente, si en vez de hablar del coche, hablamos de nuestro bienestar personal, para mucha gente no es tan evidente. Y sin embargo es exactamente igual: cuanto más dejemos que un problema pase y vaya agravándose, más difícil será solucionarlo después.
Entrevista realizada a la Psicóloga Clínica Daniela Andrade.